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Han llegado a un recorrido por la geomorfología del Parque Nacional Fray Jorge, en el que se deslumbraran con las maravillas que lo componen, con un paisaje privilegiado, con tres unidades geomorfológicas: Los Altos de Talinay; Quebrada de Las Vacas, y las Terrazas Marinas, las que se hacen tremendamente notorias a lo largo del recorrido.
Además de encantarse con la vegetación característica de la zona semiárida, acompañada en las alturas con el impresionante paisaje símil al bosque valdiviano, que nos presenta el Bosque de Fray Jorge......
Nada más que hablar sino invitarlos a disfrutar, de la belleza, de este Parque y de gran parte de la IV Región de Chile.

jueves, 26 de noviembre de 2009

III.- Marco Conceptual


III. 1.- Paisaje.
El paisaje se define “como la imagen de una parte de la superficie de la Tierra, sea un plano general o bien parcialmente y pudiendo comprender todo aquello que está presente sobre dicha superficie” (www.fchf.cl). Además, el paisaje ha sido objeto de estudio desde el inicio de los tiempos, pues el hombre desde que tiene conciencia de sí, ha mostrado curiosidad por el medio en el que se encuentra y lo que le rodea, por tanto, con el avanzar del tiempo, el término se ha hecho parte de él, y se ha ido aplicando para diferentes ámbitos como “ la geografía, la geología, la ecología, la economía, la arquitectura, la política, la ingeniería, la jardinería, la antropología, o el urbanismo, pasando por el arte pictórico y la literatura” (LICERAS, 2003), diferentes áreas en las que el ser humano se desenvuelve.

Esta abundancia de percepciones y elementos que componen un paisaje desemboca en que exista una amplia gama de éstos mismos, “a la vez que le imprimen una individualidad y personalidad propia a cada uno” (LICERAS, 2003). En relación a estas múltiples perspectivas y tomando como base lo que señala Liceras (2003), el paisaje es un espacio percibido, un marco de vida, un recurso, un patrimonio, portador de una semiología, un problema (cuando se mira desde el punto de vista, de cómo solucionar tanto las catástrofes naturales como las provocadas por el hombre), como un valor de identidad (de una cultura), como identificación ideológica,  (cuando se proyectan iconografías nacionalistas) y como un perfil estético.

Con relación al perfil estético, se refiere “a la estimación de consideraciones en torno a los colores, el diseño, la textura, la simetría, etc., esta mirada del paisaje ha resultado tradicionalmente una temática de profusa atención  representación en el arte” (LICERAS, 2003), por otra parte, se plantea que esta “experiencia estética del paisaje significa una relación totalmente nueva del ser humano con la naturaleza” (NOGUÉ, 2008), pues ya no se tiene como base la experiencia científica, sino que ahora se basa directamente en la contemplación de éste. Por otra parte, “una estética del paisaje podría mostrar  que la libertad humana está inevitablemente engarzada con el mundo entero, pues naturaleza y libertad, forman un conjunto, una totalidad, tanto de condiciones como de posibilidades” (NOGUÉ, 2008), en fin, todo se relaciona con el cómo el hombre se enfrenta al paisaje. De forma un tanto objetiva, pero principalmente subjetivamente.

Ahora, el paisaje se compone de una serie de elementos que cumplen un papel básico, ya que todos se involucran en su configuración aportando cada cual con lo suyo para formarlo en un todo. Dentro de estos elementos encontramos los elementos naturales (bióticos y abióticos), de acuerdo a lo explica Liceras (2003), los más importantes son el relieve, el sustrato litológico, el clima, la luz, el agua, la vegetación y la fauna. Un segundo tipo de elemento presente, son los antrópicos, algo totalmente inevitable, pues el ser humano es parte de la naturaleza y se relaciona directamente con ella. Para Liceras (2003) esta acción antrópica se concreta  con la creación de infraestructuras y obras públicas, los usos del suelo, la explotación de los recursos, datos demográficos, aspectos socioeconómicos, referencias culturales y recursos culturales.

La presencia de estos elementos tanto naturales como antrópicos, ha generado una diversidad de paisajes, por lo que  “la sistematización y clasificación de los paisajes puede plasmarse de distintas formas según el criterio de referencia que se adopte: atendiendo a las características del geosistema; en relación con el espacio; en relación con el tiempo; por su funcionalidad o considerando su estado” (LICERAS, 2003), con respecto a esto, se identifican tres grandes tipos de paisajes, los paisajes naturales, son los que se caracterizan por una amplia presencia de elementos abióticos, en menor grado los bióticos y de una presencia casi nula de los elementos antrópicos, son los llamados puros “están en su estado natural, y pueden mostrar todos los efectos producto de las distintas estaciones del año y por todo tipo de climas” (www.fchf.cl).

Cuando la intervención antrópica se hace presente, “se da una combinación entre lo natural y la influencia del hombre, que en sentido amplio muestran una armonía entre el hombre y la naturaleza” (www.fchf.cl). Frente a esto, con la intervención humana se da formación a los otros dos grandes tipos de paisajes, los paisajes rurales, en donde la presencia del hombre es explícita, pero aún asi, está determinada por el medio natural, en el que se desenvuelve, se evidencia una mezcla entre lo natural y lo artificial; y por último los paisajes urbanos, en donde la actividad humana se ha hecho notar en todo sentido, dejando lo natural totalmente relegado.


III. 2.- Vegetación
La vegetación “es una estructura espacial a modo de organización del conjunto de especies vegetales que se encuentran en un lugar determinado” (www.geocites.com). Por otra parte, “constituye uno de los elementos más visibles y reveladores de la estructura geoecológica del paisaje, porque en la flora se evidencian muy claramente las interrelaciones e influencias que mantiene con los demás elementos bióticos y los elementos y procesos abióticos del paisaje” (LICERAS, 2003)

La vegetación presente en la cuarta región de Coquimbo, se conoce como “estepa arbustiva abierta con predominio de la especie espino (acacia caven). Estas características varían por factores climáticos y topográficos.” (www.bcn.cl)



III. 3.- Neblina o Camanchaca
La neblina o también llamada camanchaca que se encuentra en la cuarta región de Coquimbo y en gran parte del país es una “masa de aire sobresaturada de agua que tiene una muy baja velocidad de desplazamiento” (ROMÁN, 1999), se trata de “un fenómeno hidrológico que se origina entre la baja atmósfera y la superficie del Océano Pacífico” (CONAMA).

En su formación, la neblina cuenta con una serie de factores tanto climáticos como geográficos que son controlados por la presencia del anticiclón del Pacífico y la presencia de la Corriente de Humboldt. A esta condición se le suma la presencia de los vientos Alisios que se generan como consecuencia de la actividad constante con la que se presenta el anticiclón, y transportan humedad desde el océano hacia el continente. “Esta humedad o vapor de agua se condensa en pequeñas gotas(de 1 a 40 m de diámetro) por efecto de la baja temperatura que irradia desde la superficie oceánica cercana a la costa, dando origen a una masa nubosa de baja altura (400 a 1.200 m) denominada niebla” (CONAMA)

Es esta niebla, la que posteriormente se traslada de Oeste a Este, proporcionando humedad, pasando a través de las planicies litorales, los valles hasta alcanzar los cerros que son de mediana altura, provocando que se genere una vegetación atípica para la zona, como las que se presentan en los Altos del Talinay, donde se encuentra el Parque Fray Jorge, que por su vegetación es característico de los bosques valdivianos.



III. 4.-  Dunas Litorales:
De acuerdo a lo que señala Consuelo Castro, podemos decir que, las dunas litorales son medios originales tanto desde el punto de vista de su geomorfología como de la vegetación y fauna que sustentan (Castro, 1992).
En Chile ocupan una superficie importante entre 29° 48' S. y 41° 50' S, tanto en las costas de clima semiárido como en los litorales templados  (Castro, 1985).

Siendo por esto un recurso paisajístico de gran interés y  además necesario de estudiar, ya que el hombre hace uso de estos espacios, desencadenando a veces procesos irreversibles de transformación en especial en la actualidad. Las principales actividades humanas en dunas chilenas se relacionan con usos recreativos, extracción de arena, botaderos, áreas de expansión urbana, uso agrícola y forestal. (Castro, 1992).

El proceso de formación de dunas litorales, se ha desarrollado en Chile desde épocas remotas, debido a acciones geomorfológicas naturales. Al respecto, existen estudios de Fuenzalida (1956) y Paskoff (1970) quienes demostraron que las dunas chilenas son respuestas a las variaciones climáticas y del nivel oceánico ocurridas en el Cuaternario. Sin embargo, y de acuerdo a los estudiado por Consuelo Castro, también existen antecedentes históricos que muestran que en los siglos XVII y XVIII muchos campos dunarios estaban menos extendidos, lo que demostraría que las primeras acciones humanas debido al cultivo de la tierra y del roce de los bosques han contribuido también al desarrollo dunario. La existencia de diferentes generaciones de dunas demuestra que, desde el Pleistoceno al período actual, ha habido un movimiento constante y periódico favorable a la actividad dunaria y otros, en que han predominado los procesos de formación de suelos, favoreciendo la fijación de las dunas. (Castro, 1992).

En relación al estudio, mencionado anteriormente de Fuenzalida (1956) se puede decir que, éste hace una reseña de las dunas litorales en Chile mencionando conjuntamente las condiciones necesarias para el desarrollo y evolución de los sistemas dunares. En el caso específico de la morfología dunar, se determina que la incidencia de bravezas en las marejadas, provoca un cambio en las formas elementales más cercanas a la playa, con su consecuente retroceso y posterior reconstrucción. Este proceso se ejemplifica en el sistema dunar de Longotoma, estudiado por Paskoff (1970). Se refiere a este campo dunar en una caracterización geomorfológica de la zona costera de la Bahía de La Ligua, enmarcado en el análisis de la génesis, evolución y formas actuales del Norte chico. Además considera las características vegetacionales de manera general, pero aplicable al área de estudio, este estudio fue posteriormente recogido por Castro (1985).

Por su parte el trabajo realizado por Castro (1985) se refiere a las intervenciones antrópicas dentro de este proceso de formación dunar,  concluyendo, que tanto la erosión, como la perdida de cobertura vegetal y la reactivación de unidades dunares estabilizadas son las consecuencias directas de un mal uso de estos sistemas. Entre los sistemas que analizó menciona el sistema dunar de Longotoma, valorando su importancia como sitio de interés científico, por su geomorfología, valor ecológico y arqueológico. (Castro, 1985). La continuación de todas estas conclusiones las encontramos en un artículo de ella misma, donde  a partir de un análisis de la fragilidad de unidades dunarias mayor antigüedad, complementa razones antrópicas con condiciones naturales que presentan tales unidades y sus usos de suelo. Siendo todos estos indicadores, de gran utilidad a la hora de realizar una planificación de áreas costeras. Aludiendo a  la necesidad de valorizar los sistemas litorales, tanto por el interés científico, como por las evidencias de degradación dunaria por efecto de la acción antrópica y recalca que los planes de ocupación del litoral y especialmente las prácticas de manejo en dunas, deben considerar el conocimiento de las características naturales y la dinámica de las mismas, antes de la ejecución de cualquier acción. (Castro, 2001).



III. 5.-  Cordones transversales:
Los cordones transversales, se pueden definir como, cadenas de cerros que unen la Cordillera de los Andes con la Cordillera de la Costa. Estos cordones se denominan de acuerdo ha los valles o ríos que separan y corresponden en el caso de la Región de Coquimbo a los siguientes: Petorca – La Ligua, La Ligua – Aconcagua, Aconcagua –Maipo. Haciendo una descripción de su extensión, el primer cordón Transversal es el Petorca – La Ligua, una cadena de cerros que se inicia en la Cordillera de los Andes y termina sobre las planicies litorales. El segundo cordón Transversal encierra los valles de La Ligua y Aconcagua, este cordón es una cadena de cerros orientada al sudoeste desde la Cordillera de los Andes hasta las planicies costeras, con una longitud de 165 kilómetros de largo. El eje transversal de la Cordillera de la Costa se expande en dos macizos de gran extensión, Altos de Putaendo y Altos de Catemu. Climáticamente, se mantienen los rasgos de aridez del Norte Chico debido a que los montos de precipitación son bajos. El último Cordón Transversal Aconcagua – Maipo, tiene aproximadamente 105 km de largo y 72 km de ancho. Al sur del río Aconcagua la Cordillera de la Costa aparece como unidad independiente de la Cordillera de los Andes y el relieve se organiza en forma longitudinal cambiando la morfología, adquiriendo las formas propias de las regiones más húmedas de la zona central de Chile. Se presenta aumento de las precipitaciones representando el límite meridional del semiárido con efectos en el relieve, la vegetación y los suelos e intensificación de los procesos que modifican el relieve inducidos por la humedad.

Las principales consecuencias ambientales de los Cordones Transversales han sido las difíciles condiciones de habitabilidad, debido a que se localiza en la zona de clima estepárico interior con reducidos montos de humedad y alta sequedad atmosférica, lo que unido a las alturas que poseen y a la posición transversal dificultan el doblamiento y comunicación.

Esta situación explica que las principales vías de conexión de la región hayan sido realizadas por el sector costero y que la ruta 5 norte fuera construida por la costa en el Norte Chico, a diferencia del centro y sur del país que fue trazada sobre el valle central. Sin embargo, el origen volcánico y sedimentario de esos cordones explica la existencia de importantes minerales como el cobre, el oro y la plata que en la cuarta región adquieren gran importancia económica. (Servicio Nacional de Geología y Minería. Subdirección Nacional de Geología)

De acuerdo esto y a lo que señala Ferrando (2003) Producto de las condiciones climáticas de la Región Semiárida de Chile (27°00’ – 33°00’), desde los primero años de colonización española comenzaron a construirse sistemas de riego, para manejar el escaso recurso Hídrico disponible. Obras mayores, se iniciaron luego de la dictación de la Ley 4.445 en 1982. Como resultado en la cuenca del Río Limarí (11.750 Km2), se construyeron los embalses Recoleta, La Paloma y Cogotí, los cuales permitieron una adecuada regulación y manejo del recurso hasta que, como resultado del desarrollo de un modelo económico con vocación exportadora, comenzó a provocarse un desequilibrio entre la oferta y la demanda de agua, precipitando la desertificación de la zona.

Siguiendo con lo mismo, las condiciones semiáridas de la región, han ejercido una trascendental influencia por tanto, en la organización económica del espacio y de la propiedad de la tierra, marcando fuertes contraste en las oportunidades y posibilidades productivas de generación de riquezas, lo que afecta de la misma manera, en la diferenciación económica-social de la población. Siendo la población rural, organizada en comunidades indígenas el núcleo de extrema pobreza a nivel nacional (Ferrando, 2003).
Ante esta situación, y  para apaliar de alguna manera este déficit, de agua, es que se comienza a plantear la construcción de un tercer embalse en la confluencia de los ríos Grande y Rapel: El Embalse La Paloma, que fue una de nuestras estaciones en la salida a terreno.



III. 6.- Erosión Litoral:
La Erosión Litoral o Marina es la que lleva a cabo el mar sobre las rocas del litoral; la acción principal se debe al movimiento de las olas, cuya energía procede de la energía cinética del viento. Las mareas tienen una actividad erosiva menos importante pero por otra parte aumentan el área de actuación del oleaje al modificar periódicamente el nivel del mar.

La erosión que llevan a cabo las olas se debe en parte al choque del agua contra las rocas y también a la abrasión que ejercen los fragmentos que arrastra el agua y que proceden de la misma roca erosionada. Las formas erosivas más características son los acantilados y las plataformas de abrasión.
En el estudio que realizó, Leyton, L. y Andrade, B. (1987) Se analizan formas de cavidades, tales como taffonis y  alvéolos, en dos sectores del litoral de Chile Central, 32030'-32050' (Sector Norte) y 33021 '-33036 'S (Sector Sur). Se postula la posible influencia de la haloclastía como uno de los mecanismos responsables en la génesis de estas formas.
La formación de cavidades en las paredes de afloramientos rocosos, tales como taffoni, alvéolos y panales de abeja, (este último, lo observamos en la estación de Pichicuy) ocurre con frecuencia en el sector supramareal de litorales en varias regiones del mundo. (Leyton, L. y Andrade, B.1987).

La mayoría de los autores adjudican el desarrollo de estas formas a los procesos de desintegración granular y de exfoliación de las rocas. Estos se explican como resultado de los mecanismos de hidrólisis, hidratación, disolución, críoclastismo y haloclastía, entre otros. De acuerdo a Cooke (1973), cualquiera de ellos o una combinación de éstos, pueden ser responsables de la génesis de estas formas en circunstancias particulares, toda vez que son de gran importancia en el funcionamiento de estos procesos el requerimiento de las condiciones morfoclimáticas y litológicas adecuadas. 
En relación a lo anterior, las cavidades esencialmente se desarrollan en rocas ígneas fanerocristalinas de composición ácida a media; no obstante se encuentran también en otros tipos litológicos tales como morrenas, rocas volcánicas y areniscas (Leyton, L. y Andrade, B.1987).

Estas formas han sido descritas por Cooke (1973), bajo una gama relativamente amplia de ambientes climáticos, tales como climas polares; climas tropicales húmedos y climas templados cálidos de fachada oriental. Sin embargo, los mejores ejemplos se encuentran desarrollados en los litorales de climas mediterráneos, semiáridos y áridos.



III. 7.-  Terrazas Marinas:
Una terraza marina es un accidente geográfico que consiste en una plataforma que ha sido expuesta como resultado de la combinación de dos fenómenos: variaciones del nivel del mar y cambios tectónicos de alzamiento y subsidencia a lo largo de la costa. Su morfología se puede representar como una estrecha franja costera suavemente inclinada hacia el mar, cubierta, la mayoría de las veces por depósitos marinos (típicamente limo, arena, gravilla) o eólicos. Según Ortlieb- Guzmán, 1997 Las terrazas marinas son vestigios de las oscilaciones de nivel del mar en la época del Cuaternario, cuando se desarrollaron en el planeta las glaciaciones e ínter-glaciaciones las cuales hacían subir y bajar el nivel del mar. Producidos por la acción erosiva del mar, la cual va desgastando la costa hasta formar una plataforma de abrasión. Al bajar el nivel del mar o elevarse el continente, la plataforma de abrasión queda expuesta dando origen a una nueva terraza marina. Este proceso se desarrolla durante miles de años provocando comúnmente cambios bruscos de pendiente los cuales se observan como geometrías escalonadas.

Dentro del territorio nacional, característico por poseer mar de norte a sur, las terrazas marinas son un rasgo constante, como lo señala Gonzalo Díaz, Las terrazas marinas o litorales son el primer rasgo del relieve chileno de oeste a este; se encuentran entre el mar y la cordillera de la Costa. Son notorias entre el límite norte del territorio y el canal de Chacao. En las terrazas marinas se refleja el efecto del mar en largos periodos. Son vestigios de las oscilaciones de nivel del mar en la época del Cuaternario, cuando se desarrollaron en el planeta las glaciaciones separadas por épocas de derretimiento de los hielos que hacían subir el nivel de las aguas marinas. Comúnmente se presentan en forma aterrajada, es decir, como una extensa planicie inclinada hacia el mar, dentro de la cual se aprecian escalones o cambios bruscos de pendiente. Éstos pueden llegar normalmente hasta cinco, a partir del mar actual, e indican los distintos niveles de los mares del pasado cercano. Pueden superar los 30 kilómetros de extensión.

Acotando el estudio de las terrazas marinas a nuestra región de estudio, José Novoa las terrazas de sedimentación marina (comienzan su dominio en la región), alcanzan, entre La Serena (29º54´S-71º15´O) y Punta Lengua de Vaca (30º14´S-71º37´O), su máxima extensión. Engranan hacia el Este con las terrazas fluviales desarrolladas por los cursos de agua. La génesis de estas terrazas se encuentra ligada a movimientos de transgresión y regresión marinas desde el Plioceno medio hasta el Holoceno.(Novoa; López, 2001), lo mismo describía en sus estudios Roland Paskoff al hacer referencia a la fosa submarina dentro de la morfología del Parque Nacional Fray Jorge (IV Región) la que según el se ubicaba a unos 10 kilómetros de la costa y cuya “expresión litoral corresponde a un conjunto de terrazas marinas que no superan los 800 metros de ancho, separadas por antiguos acantilados cuyo desgaste se ve favorecido por la antigüedad de un sustrato rocoso Precámbrico a Paleozoico , es decir unos 570 millones de años . Estas formas topográficas han sido datadas por Paskoff (1993) y correlacionadas con 4 niveles marinos que aparecen en torno a las cotas de los 200 msnm para el Plioceno (5 millones de años), 150 msnm para el Plioceno superior a Cuaternario antiguo (5 a 2 millones de años), 30 msnm para el Cuaternario medio (2 a 1 millón de años) y 10 msnm para el Cuaternario reciente a Holoceno (1 millón a 100.000 años)”.(Novoa; Viada; López; Squeo, 2004)

 
Fuente: J. L. García - Terrazas Marinas en Puerto Viejo


III. 8.- Cultura Molle:
En el norte semiárido floreció la Cultura El Molle (600 a 700 años D.c.) daría paso al Complejo Las Animas (próximos 300 a 400 años) antes del inicio de la cultura Diaguita chilena. Francisco Cornely, su descubridor, encontró en 1938 varios pequeños cementerios en las proximidades del pueblo de El Molle, en el valle de Elqui. De ahí su nombre. Se le conocía hasta hace poco tiempo casi exclusivamente a través de los hallazgos de sepulturas.

Se ubicaron en la Zona geográfica del Norte Chico o Norte Semiárido. En las regiones de Atacama (III) y Coquimbo (IV) predomina la aridez y abundan los matorrales desérticos. Practicaban la Agricultura y el pastoreo. (http://www.serindigena.cl/territorios/molle/territorio_molle.pdf)

Estudios arqueológicos han determinado por ejemplo que “se ha identificado al Complejo El Molle como un grupo social sedentario, que vive en aldeas aglutinadas (p. Ej.: El Torín, Cabra Atada, Carrizalillo Chico) y que convive cerca de sus muertos, presentándose en gran cantidad lo que conocemos como túmulos funerarios, es decir, grandes tumbas constituidas por montículos de tierra y piedras de forma circular. Las tumbas se componen de una fosa cónica subterránea que alberga varios individuos cubiertos por piedras y esteras de madera, rodeados por ofrendas cerámicas, líticas y algunos objetos de metal.”                                                                                                             (http://www.arqueologiachilena.cl/Prehistoria%20III/MolleIII.htm)

En cuanto a su organización social se ha destacado que “es posible apreciar la existencia de una jerarquía social diferencial entre los individuos de la sociedad Molle, lo cual es observable a través de la cantidad y tipo de ofrendas fúnebres que acompañan al cuerpo del difunto, siendo esto reflejo de su estatus en vida.”( http://www.arqueologiachilena.cl/Prehistoria%20III/MolleIII.htm)

Las investigaciones orientadas a identificar la presencia Molle en la costa han sido muy escasas, incluso hoy en día existen muy pocas evidencias de productos marítimos en sitios del interior. Sólo en la zona de Illapel, Caleta Arrayán y Quebrada del Encanto se encuentran sitios costeros con ocupaciones cortas, y es en este ultimo denominado también Valle del Encanto ubicado a 24 kilómetros de la ciudad de Ovalle, a 438 Km., desde la ciudad de Santiago y 112 Km. de la ciudad de La Serena, IV Región de Chile,  en el que se pueden apreciar restos importantes de esta cultura, como lo eran sus grabados en roca o “petroglifos” “Este conjunto de elementos ha permitido a los arqueólogos formular un estilo de arte rupestre, llamado el "Estilo Limarí"”           (http://www.ovalleencantonativo.cl/index.php?option=com_content&view=article&id=51:valle-del-encanto&catid=38:atractivos-turisticos&Itemid=67), los que se intentan conservar de la mejor forma posible, dándole al sector una mayor potenciación del turismo para la zona, resaltando su carácter de museo al aire libre.



Fuentes fotográficas: Propiedad de las autoras.


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